Pa’ atracar a la gente y pa’ echarle mantequilla al pan dulce

Daniel Certain




-¿Qué más deseas, pues? -le preguntó sorprendido el hacedor de prodigios.
-¡Quisiera tu dedo! -contestó el otro.

Feng-Meng-Lung, El dedo.


¡Epa! Deja eso, chico. Mira, mira, ¿qué traes ahí? Ah, pero mira chico. A ver, siéntate, siéntate.

¿Quieres esto?, tú no sabes que es esto. Te voy a contar qué es esto. Es un dedo, perro‘el coño. Un dedo mágico, ¿sabes? Qué coño vas a saber tú que es un dedo mágico, perro ’el coño. ¿Sabes cómo lo agarré? Bueno, se lo quité a un mago y lo metí en la bolsita.

Un día yo estaba sentado en el piso con la pico e’ loro. Me estaba dando en el pie porque tenía una roncha. Metía la puntita de la pico e’ loro que usábamos pa’ atracar a la gente y pa’ echarle mantequilla al pan dulce que el Portu botaba. Me daba y me daba y me daba y me daba.

Ezequiel pedía rial y bendecía a la gente haciéndose el ciego.

“Mira, a ese lo conozco yo”, me dijo de repente, y se paró rapidito a pedirle rial, porque ahora quiquera rico, el tipo que me señalaba con el dedo cochino de pobre. El tipo digo. El tipo quiquera rico, porque Eleazar siempre era pobre y pobresito se murió el pobre con su dedo de pobre, el pobresito.

Yo me acababa de dar y me seguía dando y se me estripó el absceso y me salió el pus. Y Eleazar me quitó la pico e’ loro y se fue corriendo pa’ donde estaba el tipo quiquera rico y se puso a hablar con él. Yo lo perseguí corriendito, tú sabes, con el pie todo cochino de pus y sangre y pude escuchar lo que decía. Quique “tú me conoces”, quique “dame rial, coñoemadre”, quique “¿qué te pasa?, nojoda”. Entonces el tipo se puso a hacer lo suyo. El tipo que antes quique escupía fuego, convirtió la estatua de león en oro y le dijo “mira, yo te puedo dar oro, hermano. Yo tengo un dedo mágico que lo convierte todo en oro”. Y puso cara ‘e loco y y yo me asusté y salí corriendo y le empecé a gritar. Y Eleazar también le empezó a gritar quique “dame, dame”. Y el brujo, porque pa’ mí que era brujo, le dijo “¿qué quieres que te dé?, hermano, te puedo dar lo que quieras, te puedo dar mucho oro”. Y de repente, de la nada, le metió un mordisco en el dedo. Eleazar, que era pobre, porque el otro qué le iba a estar mordiendo nada. Y se convirtió en oro, el pobre. El pobre Eleazar. Y cuando el otro se agarraba el dedo fue cuando yo se lo terminé de cortar con la pico e’ loro, así toda llena de pus y de sangre, y por eso no funcionó más. El dedo, digo. Porque la pico e’ loro, siempre me ha funcionado. Y con ella me seguí dando y dando y dando, hasta que se me puso piche y me lo cortaron. El pie, quiero decir. Pero el dedo me lo quedé yo, y lo guardé en esta bolsita. A ver si como la pico e’ loro, de repente sirve. Si algún día funciona, te lo doy pa’ que te lo comas un día, a ver si en vez de uno tengo dos amigos de oro.

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